A ti, que nunca escribo como mereces.
A ti, que nunca dedico las suficientes palabras en papel como me inspiras.
A ti, que las carreras y las rutinas roban los ratos que nos gustaría regalarnos.
A ti, que echas de menos las mismas cosas que yo.
A ti, que crees, como yo, en nuestra lucha y no en la suerte.
A ti, que cada día te pareces más a tu compañera y que tu compañera se parece más a ti.
A ti, que compartes conmigo los sueños más locos y también los más sencillos.
A ti, que filtras como nadie.
A ti, que ves brillo cuando otros ven oscuridad.
A ti, que desenredas situaciones con elegancia.
A ti, que crees en mí como nadie.
A ti, que te reinventas con tanta soltura que parece que nunca hiciste otra cosa.
A ti, que me dices cada día lo especial que me ves.
A ti, que me das las gracias por convertirte en padre.
A tí, que sirves de pilar con tanta solidez que dudo de que un día no estuvieras.
A tí, que regalas las caricias más sinceras y dulces.
A tí, que amas con tanta transparencia.
A ti, que me necesitas como nadie.
A ti, que necesito como a nadie.
A ti, que te elijo cada día.
A ti, que el miedo a tu ausencia me paraliza el corazón.
A ti, que pones rumbo en la deriva.
A ti, que no te cabe tanta generosidad en el pecho.
A ti, que con tu risa llenas de luz nuestras paredes.
A ti, que haces de mi vida un paraíso.
A ti, a ti, a ti.
A ti te amo más que a nada. A ti.
viernes, 11 de noviembre de 2016
viernes, 8 de julio de 2016
Momentos de cambio de chip
Juntas por la calle, el viento empuja el carro con más fuerza que mis brazos, aprieto con fuerza, aire que suelta mi pelo de las horquillas, te acerca el frío, introduce motas de polvo en los ojos, frunzo el ceño y lo notas. Tu cara despide la sonrisa y abrazas la tristeza.
Mi angustia es la tuya.
Mi pena es tuya.
Espero que no heredes mi desagradable capacidad de hacer físicos mis dolores de corazón.
Y ahora comienza a llover, el agua cala mis pies y los mechones de pelo que volaban se pegan a mi cara con las gotas que resbalan.
Quiero protegerte con el plástico sobre tu capota, pero el viento lo lanza hacia arriba y de ahí a la carretera. Freno el carro, espero que no pasen coches y termino arrastrándome bajo un seat aparcado para rescatar tu protector de la lluvia. Mientras, las dos mojadas.
Ya colocado, tú protegida, avanzo. Por mis mejillas caen gotas desde las nubes y desde mis ojos. Me miro los pantalones llenos de barro tras arrastrarme por el asfalto mojado.
Cansancio, pena, rabia. Siento que lo desagradable externo de hoy es un reflejo de mi pena por dentro.
Tú lo sientes.
Y ahí, justo ahí, cuando veo en ti reflejado mi pesar es cuando para de llover.
Cuando destapo tu cabeza y quito los mechones mojados de mi cara es cuando el viento retira las nubes y, de repente, ese mismo viento nos regala una lluvia de pequeñas flores blancas sobre nuestras cabezas y brazos.
Un árbol se desprendió de ellas para cambiar nuestro día.
Siempre me encantaron las metáforas, entre letras y en la vida. Las pienso en los acontecimientos más cotidianos de mi vida.
Las flores.
Tu pelo con flores blancas.
Tu risa.
Mi risa.
"Lluvia flores, mami"
Tu voz.
Tu alegría.
Tus ojos que reflejan ilusión, entusiasmo con cada detalle.
Mi pelo lleno de flores blancas que provocan tu sonrisa, la que me devuelve la felicidad.
Lluvia de flores que trae alegría a la misma velocidad que se lleva la pena.
Viento que empuja la tristeza para traerme perspectiva, enfoque.
Suerte la mía que las heridas por ilusiones desvanecidas puedo curarlas con tu risa.
Así, frente a ti, te miro y veo mi fuerza.
Mi suerte, la que me regaló nacer aquí y no allí.
Mi suerte, la que te trajo a mi.
Mi suerte, la que hizo que aparecieran en mi vida varios ángeles de la guarda que me cuidan desde otras fronteras.
Mi suerte, la que trabajé. La que luché. La que me gané para tener a mi lado a la mejor persona que conozco. La que trabajo cada día para mantener cerca a mis pilares.
Todas esas suertes son mías.
Todas esas suertes. Ellas y tú trajisteis flores blancas a mi mañana.
Y así, el viento se llevó los días de pesar y las lágrimas. Así, el viento trajo otra vez las flores blancas, las risas y la alegría de siempre.
Así, las flores blancas me hicieron fuerte otra vez. Me devolvieron la calma y la paz.
Así se cierran etapas difíciles y momentos tristes.
Esta vez fue en forma de lluvia de flores blancas. Bienvenidas.
Mi angustia es la tuya.
Mi pena es tuya.
Espero que no heredes mi desagradable capacidad de hacer físicos mis dolores de corazón.
Y ahora comienza a llover, el agua cala mis pies y los mechones de pelo que volaban se pegan a mi cara con las gotas que resbalan.
Quiero protegerte con el plástico sobre tu capota, pero el viento lo lanza hacia arriba y de ahí a la carretera. Freno el carro, espero que no pasen coches y termino arrastrándome bajo un seat aparcado para rescatar tu protector de la lluvia. Mientras, las dos mojadas.
Ya colocado, tú protegida, avanzo. Por mis mejillas caen gotas desde las nubes y desde mis ojos. Me miro los pantalones llenos de barro tras arrastrarme por el asfalto mojado.
Cansancio, pena, rabia. Siento que lo desagradable externo de hoy es un reflejo de mi pena por dentro.
Tú lo sientes.
Y ahí, justo ahí, cuando veo en ti reflejado mi pesar es cuando para de llover.
Cuando destapo tu cabeza y quito los mechones mojados de mi cara es cuando el viento retira las nubes y, de repente, ese mismo viento nos regala una lluvia de pequeñas flores blancas sobre nuestras cabezas y brazos.
Un árbol se desprendió de ellas para cambiar nuestro día.
Siempre me encantaron las metáforas, entre letras y en la vida. Las pienso en los acontecimientos más cotidianos de mi vida.
Las flores.
Tu pelo con flores blancas.
Tu risa.
Mi risa.
"Lluvia flores, mami"
Tu voz.
Tu alegría.
Tus ojos que reflejan ilusión, entusiasmo con cada detalle.
Mi pelo lleno de flores blancas que provocan tu sonrisa, la que me devuelve la felicidad.
Lluvia de flores que trae alegría a la misma velocidad que se lleva la pena.
Viento que empuja la tristeza para traerme perspectiva, enfoque.
Suerte la mía que las heridas por ilusiones desvanecidas puedo curarlas con tu risa.
Así, frente a ti, te miro y veo mi fuerza.
Mi suerte, la que me regaló nacer aquí y no allí.
Mi suerte, la que te trajo a mi.
Mi suerte, la que hizo que aparecieran en mi vida varios ángeles de la guarda que me cuidan desde otras fronteras.
Mi suerte, la que trabajé. La que luché. La que me gané para tener a mi lado a la mejor persona que conozco. La que trabajo cada día para mantener cerca a mis pilares.
Todas esas suertes son mías.
Todas esas suertes. Ellas y tú trajisteis flores blancas a mi mañana.
Y así, el viento se llevó los días de pesar y las lágrimas. Así, el viento trajo otra vez las flores blancas, las risas y la alegría de siempre.
Así, las flores blancas me hicieron fuerte otra vez. Me devolvieron la calma y la paz.
Así se cierran etapas difíciles y momentos tristes.
Esta vez fue en forma de lluvia de flores blancas. Bienvenidas.
viernes, 20 de mayo de 2016
Limbo
Deja a un lado el significado real de 'limbo', lo de estar entre los vivos y los muertos, y quédate con ese estado en el que te encuentras a veces. Estás despierto pero ausente. Sin los pies en la tierra. Abstraído. Unos segundos solo.
A veces puede ser tener la mirada perdida. Esa sensación siempre me encantó. No me gusta que me corten ese momento, que me pasen la mano frente los ojos para interumpir ese instante. Porque cuando estoy así se me relaja la vista, la mente, me evado, son unos segundos de relajación. Veo pero no veo nada. ¿No te encanta a ti esa sensación?
Pero claro, no todo es blanco o negro. Cada uno tiene sus traumas con los viajes al pasado. Una servidora tiene lo suyo. Aquí una no consigue ver sus vídeos de pequeña. No podía cuando tenía 10 años ver los vídeos de cuando jugaba con 2 años con mis primas. No podía con 20 años reírme con ellas viendo nuestros vídeos de adolescentes. No lo conseguía y no lo consigo. Ahí sí siento morriña desgarradora, o una 'saudade' atroz, como dicen en Brasil (qué palabra maravillosa), o me falta fuerza o qué sé yo.
A veces puede ser tener la mirada perdida. Esa sensación siempre me encantó. No me gusta que me corten ese momento, que me pasen la mano frente los ojos para interumpir ese instante. Porque cuando estoy así se me relaja la vista, la mente, me evado, son unos segundos de relajación. Veo pero no veo nada. ¿No te encanta a ti esa sensación?
Otro 'momento limbo' que me gusta es cuando me despierto y por unos instantes no sé dónde estoy. Sé que hay gente a la que le agobia esa sensación. Quizás sean unas décimas de segundo, pero estás desorientado, no sabes en qué cama, habitación o ciudad estás.
Lo mejor de esa sensación es cuando de repente descubres que estás en un lugar que te gusta. Descubrirte sin despertador, sin prisas, de vacaciones o en un lugar que te encanta, con un plan de día por delante que te apetece o con la mejor compañía. Reconozco que me gusta esta sensación porque en este instante de recuperar el norte y saber dónde estoy... suelo alegrarme. Suele gustarme dónde y cómo estoy. Supongo que eso es felicidad, ¿no?
El 'momento limbo' (vaya bautismo que he hecho hoy de estos instantes, ¿no?) que he tenido últimamente y que me desconcierta el que más es ese instante en que no recuerdo la edad que tengo. Me refiero a algunas conversaciones o viajes mentales al pasado, en los que buceas de forma tan realista, con recuerdos que vives a flor de piel... y de repente, al volver al presente, te despistas... y zas! Te cae la certeza de tu edad como una losa. ¿Esa edad tengo ya? No, no puede ser. Uf, ese momento ya no gusta tanto.
Y... ¿Sabes esas charlas con amigos o pareja en las que te planteas a qué edad volverías...? Yo siempre respondo que no cambio mi edad por ninguna otra. Y lo digo de corazón. Me suele gustar el momento en el que estoy. Aquí mi compi de viaje dice que eso es optimismo y ser positiva, y me lo dice con ojos de admiración y envidia. Él lleva mal cumplir años. Lo veo desde hace casi diez años que compartimos camino, pero intuyo que siempre fue así. Yo, sin embargo, adoro los cumpleaños, y me encanta mi momento. Él es más melancólico con el paso del tiempo.
Pero claro, no todo es blanco o negro. Cada uno tiene sus traumas con los viajes al pasado. Una servidora tiene lo suyo. Aquí una no consigue ver sus vídeos de pequeña. No podía cuando tenía 10 años ver los vídeos de cuando jugaba con 2 años con mis primas. No podía con 20 años reírme con ellas viendo nuestros vídeos de adolescentes. No lo conseguía y no lo consigo. Ahí sí siento morriña desgarradora, o una 'saudade' atroz, como dicen en Brasil (qué palabra maravillosa), o me falta fuerza o qué sé yo.
Quizás influya el hecho de que no me identifico con esa chiquitina mandona y sabionda, jajaja, eso puede ayudar a mi rechazo, pero creo que es algo más.
En fin, cada uno que encaje los años como pueda.
En menos de una semana mi padre cumple 61 primaveras y yo le veo mejor que nunca. Más guapo y más sabio que nunca.
Entiendo que Leo solo quiera tener niñas. Dice que quiere que le vean con la devoción que veo yo a mi padre. Me temo que tendrá que trabajarlo a lo largo de los años, que no es así gratis, pero no tengo duda de que será tan fantástico para su hija como su suegro para mi.
Feliz primavera a todos y feliz primavera a mi campeón de cumplir años.
martes, 8 de marzo de 2016
¿Tú de quién te acuerdas hoy?
8 de marzo.
Me consta que hay mucha gente que no termina de entender la necesidad de celebrar un día como hoy. No quiero entrar en argumentos tan obvios como la importancia de dar visibilidad a un problema tan serio como la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, las innumerables situaciones machistas que se dan a diario o la necesidad de educar y ayudar a reflexionar sobre todo lo que podemos mejorar nuestra sociedad en materia de género.
Grandes organizaciones y pequeñas ONG hacen un trabajo maravilloso para evitar que continúe habiendo gente que no lo entienda y para que las generaciones futuras no repitan errores del pasado y sean mucho mejores que nosotros.
Trabajé en el DAW (Division for the Advancement of Women) en la Sede de Naciones Unidas en Nueva York y recuerdo el tesón y entusiasmo con que se prepara este día. Es el día para dar voz a los problemas que el resto del año se ven eclipsados por otros, tan serios e importantes como este.
Expert@s en el tema ofrecen reflexiones, debates e ideas. No tiene desperdicio. Y lo cierto es que está a la mano de todos oírlo (desde Naciones Unidas hay disponibles webcast, muchas veces en cuatro o cinco idiomas).
Yo hoy no voy a entrar en terrenos teóricos ni análisis más allá. La situación de la mujer es trágica en muchos países, lamentable en otros y muy mejorable en la mayoría.
Hoy quiero acordarme y felicitar a todas las mujeres. La desigualdad está presente en todos los terrenos de la vida de la mujer, pero hoy me estoy acordando de aquellas que lo viven en lo profesional y tengo muy cerca. A ellas felicito:
- A ti, mujer que trabajas ocho horas sin levantar la cabeza del ordenador pero siempre te dan a entender que no haces nada
- A ti, mujer que trabajas trece horas en una empresa cuya política es calentar la silla
- A ti, mujer que no trabajas delante de un ordenador y tienes la impresión de que los medios de comunicación y la sociedad en general sólo entiende de trabajos de oficina y tu trabajo parece que no existe
- A ti, mujer que trabajas cada día pero llevas dos meses sin cobrar porque la empresa 'no te puede pagar'
- A ti, mujer que tienes 36 años y no te atreves a tener hijos porque sabes que tu trabajo peligra y no te puedes permitir perderlo
- A ti, mujer de 60 años que no puedes con tu alma trabajando ocho horas que parecen dieciséis en tus huesos y no puedes ni plantearte no trabajar porque no podrías vivir sin la mísera pensión
- A ti, mujer de 28 años que continúas trabajando como becaria (sin ilusión ni dinero) porque 'es lo que hay, y mejor eso que nada'
- A ti, mujer que ves a tus hijos una hora y media al día porque en tu país no existe la conciliación
- A ti, mujer que trabajas cuidando a tus hijos pero que cuando te preguntan si trabajas tienes que decir que no. Pues responde como yo: si, trabajo. No cobro, pero si mi trabajo lo hiciera otra, le pagaría. Así que sí trabajo, y mucho. Mi próximo post será para ti
- A ti, mujer trabajadora que no puedes serlo y eres un número más en la lista de desempleadas (mucho más larga que la desempleados siempre)
- A ti, mujer que sueñas con un empleo en el que cobres lo mismo que tus compañeros
- A ti, mujer que para crecer en su empresa tienes que trabajar el doble que tus compañeros, ser agresiva y nada compasiva
- A ti, mujer que llegaste el comité de dirección pero que los rumores siempre dirán que lo conseguiste por acostarte con alguien, no por tus muchos méritos y muchas horas de trabajo
- A ti, mujer que no te atreves a coger una baja por mala que estés, que la baja por maternidad la tuviste que reducir a lo imprescindible
- A ti, mujer que trabajas en el negocio familiar, sin sueldo ni vacaciones
- A ti, mujer que sufre micromachismo a diario en su trabajo y no se atreve a denunciarlo
- A ti, a ti, a ti y a ti. Felicidades. Ojalá las cosas sigan mejorando. Deseemos que cada vez sea más rápido el cambio a mejor.
A las demás, las que tienen trabajos respetados, que tienen sueldos justos y horarios razonables, las que tienen libertad.. a ellas les felicito pero que me perdonen, hoy me acuerdo más de las que no tienen esa suerte.
viernes, 15 de enero de 2016
Conciliación, maletas y descubrimientos que se hace una
Tengo que reconocer que me fascina y me alucina en cantidades iguales la cantidad de chorradas que se pueden oír cuando una política lleva al congreso a su hijo. Me pregunto si algún votante del PP ha alabado la "azaña", y si algún votante de Podemos la ha criticado. Porque la verdad, me da la sensación de que cada vez somos más borregos. En fin, no quiero entrar en este tema porque esto daría para tres entradas del blog y ya bastante se está hablando de la conciliación (que falta hace, por cierto).
Quien me conoce sabe lo poco que me gusta la expresión "cuando seas padre comerás huevo", como dando a entender que hasta que no vives algo no puedes entenderlo. Sin embargo, estos días estoy dándome cuenta, así como de golpe, de la cantidad de cosas que no podía ni imaginar de ser madre.
Una es la cantidad de herramientas que tengo y que desconocía. Pero herramientas de las buenas. Dice mi padre que hay dos cosas que dan muy buen resultado... una es pensar y la otra es educar. Quizás a la hora de hacer esto último, sin darme cuenta, es cuando surge esa creatividad que una ni sabía que tenía.
Pienso en algún ejemplo sencillo y se me ocurre este:
Mis primeras mudanzas eran con un par de maletas, de casa a un Colegio Mayor, de un Colegio Mayor a otro... Luego se sumaron algunas bolsas más, con decoración y libros. De un piso de estudiante a otros de estudiante-trabajadora se sumaban algunas maletas más. Y las primeras mudanzas al extranjero ya eran con más trastos. La vuelta de Lyon a Madrid fue de dos días en coche cargado, con mi padre y con hotel incluido por el camino. Pero es ahora, muchos años después, cuando las mudanzas son de las buenas, con camiones cargados con muebles, cunas, cuadros, árbol de navidad y utensilios de cocina.
Así, con tantas idas y venidas, algunos objetos muy queridos se rompen.
En la penúltima mudanza, una de las figuras de madera que diseñé y encargué para la habitación de la niña, vino con parte de la madera saltada.
Se trata de una ratoncita brasileña. Ya habíamos comprado la ratona flamenca y quise poner también una brasileña, para que Olivia tuviera las raíces de ambos lados en su pared. La flamenquita ya existía, y la brasileña la creé en la playa y bebiendo agua de coco. Me la hicieron maravillosamente bien en Piccolo Mondo en Madrid, pero no fue barata. Total, detalles.
La cosa es que era algo único y hecho con mucho cariño, y de pronto, estaba roto.
La tuve guardada en el armario, con rabia y ganas de no pensarlo. Hasta la última mudanza. Entonces decidí sacarla y ponerla en la pared, a la altura de la niña para que la pudiera disfrutar.
La vio y señaló la nariz rota de la ratoncita. Aproveché la oportunidad y le dije:
"Si, fíjate se ha hecho pupa. Esto ocurre a veces con los cambios, que duelen. De tanto viajar, se ha hecho una herida, pero no importa. Además, hay heridas que son bonitas y no hay que esconderlas. Tiene la nariz rota pero sigue siendo guapa. Además, se ha hecho pupa gracias a que viaja y conoce casas diferentes, en países diferentes, así que yo creo que no le importa. ¿Tú qué crees?"
Y pensé: Paloma, no tiene ni dos años... anda que tú también...
Pues fíjate que me miró, miró a la ratoncita, le tocó la nariz y dijo: "Baaapa"
Ala, lágrima fuera, abrazo y energías renovadas para una temporada. ¿No es para comérsela?
Pues será que no lo estoy haciendo nada mal. Palmadita para mi que me la he ganado.
Este trabajo tiene estas cosas, sin jefes que te den la lata y sin jefes que te den la enhorabuena por el trabajo bien hecho, así que yo me regaño y yo me felicito.
Hoy, pin para mi!
Y es que a veces te caes, en sentido figurado, y cuesta recobrar la perspectiva y la energía.
Cuando el cansancio te pueda, pero el cansancio de verdad, el físico y el de cabeza, el de noches sin dormir, días laaaargos de fiebres y llantos, nada de tiempo para ti y falta de ver el final del túnel... Cuando ese cansancio te pueda, coge el reloj, el calendario... Y recuerda que esto es temporal, pero temporal de verdad, pasajero y rápido. Eso nos dicen pero los primeros meses no lo vemos. Después de casi dos años yo lo empiezo a ver. Llevaban razón. Va rápido. Y en breve mi hija no me necesitará tanto constantemente, no tendré tantos ratos de abrazos ni tantas miradas de adoración. Los cambios de pañal o subidas al carro no serán pequeñas batallas porque no habrá cambios de pañal ni carro. No se hará cuesta arriba el pasar de cuna a cama porque sabrá dormir sola. No tardaremos horas en dormirla en brazos porque sabrá dormir sola. Y así... una larga lista.
Yo, bajo esta perspectiva, me rearmo y cojo fuerzas. Vuelvo a apreciar los detalles que tan feliz me hacen y que tanto me cansan cuando se acaba la paciencia o la energía.
Para ratos de melancolía absoluta léete este texto maravilloso que me ha enviado mi prima y que te asegura removerte todo por dentro, incluido el lagrimal.
Así que, por poco que nos guste, la verdad es que las madres/padres que tienen que trabajar (que tienen, sobre todo las que tienen necesidad. Que tener y querer no es lo mismo) y dejan a sus hijos con niñeras, en guarderías o con abuelos, viven muchas angustias y pesares que ni imaginamos. Dejarles, solo eso, no es fácil, y si es llorando, enfermos o muchas horas, aún peor. Eso hay que vivirlo para entenderlo. Lo siento, pero es así.
Yo tengo la suerte de poder decidir. Y soy muy feliz pudiendo estar con mi hija cada día entero. Pero de nuevo, esto hay que vivirlo, porque yo tampoco imaginaba que sería así. Que la sociedad sería tan dura con las madres que renuncian durante un tiempo a su vida profesional por hacer un trabajo mucho más duro e importante, que algunos días estaría tan cansada que gritaría a mi hija tan alto que luego lloraría de rabia e impotencia. Hay situaciones, que aunque me cueste reconocerlo, hay que vivirlas para entenderlas.
Así que a ver si hacemos un poco más de ejercicio de comprensión e intentamos hablar estos días de la conciliación con un poco más de cabeza, de corazón y menos papeleta de partido en mano.
A ver si miramos los datos del tema en nuestro país, que son escalofriantes.
Y reconozcamos que, quitando anécdotas, el hecho de que se hable del tema es bueno, hace mucha falta.
Mientras comentamos esto, en Suecia comienzan a disfrutar del permiso de Paternidad de tres meses que aprobaron en noviembre. Así son las cosas.
Pues lo dicho, a ser felices, que el tiempo vuela. En Londres el grajo ya debe volar bien bajo porque hace ese frío del carajo... Pero ya mismo está aquí la primavera y volveremos a ver el sol! Mientras, seguiré aprendiendo del mico que tengo en casa y disfrutando (si, quejándome a veces también) de los detalles de esta etapa increíble!
Quien me conoce sabe lo poco que me gusta la expresión "cuando seas padre comerás huevo", como dando a entender que hasta que no vives algo no puedes entenderlo. Sin embargo, estos días estoy dándome cuenta, así como de golpe, de la cantidad de cosas que no podía ni imaginar de ser madre.
Una es la cantidad de herramientas que tengo y que desconocía. Pero herramientas de las buenas. Dice mi padre que hay dos cosas que dan muy buen resultado... una es pensar y la otra es educar. Quizás a la hora de hacer esto último, sin darme cuenta, es cuando surge esa creatividad que una ni sabía que tenía.
Pienso en algún ejemplo sencillo y se me ocurre este:
Mis primeras mudanzas eran con un par de maletas, de casa a un Colegio Mayor, de un Colegio Mayor a otro... Luego se sumaron algunas bolsas más, con decoración y libros. De un piso de estudiante a otros de estudiante-trabajadora se sumaban algunas maletas más. Y las primeras mudanzas al extranjero ya eran con más trastos. La vuelta de Lyon a Madrid fue de dos días en coche cargado, con mi padre y con hotel incluido por el camino. Pero es ahora, muchos años después, cuando las mudanzas son de las buenas, con camiones cargados con muebles, cunas, cuadros, árbol de navidad y utensilios de cocina.
Así, con tantas idas y venidas, algunos objetos muy queridos se rompen.
En la penúltima mudanza, una de las figuras de madera que diseñé y encargué para la habitación de la niña, vino con parte de la madera saltada.
Se trata de una ratoncita brasileña. Ya habíamos comprado la ratona flamenca y quise poner también una brasileña, para que Olivia tuviera las raíces de ambos lados en su pared. La flamenquita ya existía, y la brasileña la creé en la playa y bebiendo agua de coco. Me la hicieron maravillosamente bien en Piccolo Mondo en Madrid, pero no fue barata. Total, detalles.
La cosa es que era algo único y hecho con mucho cariño, y de pronto, estaba roto.
La tuve guardada en el armario, con rabia y ganas de no pensarlo. Hasta la última mudanza. Entonces decidí sacarla y ponerla en la pared, a la altura de la niña para que la pudiera disfrutar.
La vio y señaló la nariz rota de la ratoncita. Aproveché la oportunidad y le dije:
"Si, fíjate se ha hecho pupa. Esto ocurre a veces con los cambios, que duelen. De tanto viajar, se ha hecho una herida, pero no importa. Además, hay heridas que son bonitas y no hay que esconderlas. Tiene la nariz rota pero sigue siendo guapa. Además, se ha hecho pupa gracias a que viaja y conoce casas diferentes, en países diferentes, así que yo creo que no le importa. ¿Tú qué crees?"
Y pensé: Paloma, no tiene ni dos años... anda que tú también...
Pues fíjate que me miró, miró a la ratoncita, le tocó la nariz y dijo: "Baaapa"
Ala, lágrima fuera, abrazo y energías renovadas para una temporada. ¿No es para comérsela?
Pues será que no lo estoy haciendo nada mal. Palmadita para mi que me la he ganado.
Este trabajo tiene estas cosas, sin jefes que te den la lata y sin jefes que te den la enhorabuena por el trabajo bien hecho, así que yo me regaño y yo me felicito.
Hoy, pin para mi!
Y es que a veces te caes, en sentido figurado, y cuesta recobrar la perspectiva y la energía.
Cuando el cansancio te pueda, pero el cansancio de verdad, el físico y el de cabeza, el de noches sin dormir, días laaaargos de fiebres y llantos, nada de tiempo para ti y falta de ver el final del túnel... Cuando ese cansancio te pueda, coge el reloj, el calendario... Y recuerda que esto es temporal, pero temporal de verdad, pasajero y rápido. Eso nos dicen pero los primeros meses no lo vemos. Después de casi dos años yo lo empiezo a ver. Llevaban razón. Va rápido. Y en breve mi hija no me necesitará tanto constantemente, no tendré tantos ratos de abrazos ni tantas miradas de adoración. Los cambios de pañal o subidas al carro no serán pequeñas batallas porque no habrá cambios de pañal ni carro. No se hará cuesta arriba el pasar de cuna a cama porque sabrá dormir sola. No tardaremos horas en dormirla en brazos porque sabrá dormir sola. Y así... una larga lista.
Yo, bajo esta perspectiva, me rearmo y cojo fuerzas. Vuelvo a apreciar los detalles que tan feliz me hacen y que tanto me cansan cuando se acaba la paciencia o la energía.
Para ratos de melancolía absoluta léete este texto maravilloso que me ha enviado mi prima y que te asegura removerte todo por dentro, incluido el lagrimal.
Así que, por poco que nos guste, la verdad es que las madres/padres que tienen que trabajar (que tienen, sobre todo las que tienen necesidad. Que tener y querer no es lo mismo) y dejan a sus hijos con niñeras, en guarderías o con abuelos, viven muchas angustias y pesares que ni imaginamos. Dejarles, solo eso, no es fácil, y si es llorando, enfermos o muchas horas, aún peor. Eso hay que vivirlo para entenderlo. Lo siento, pero es así.
Yo tengo la suerte de poder decidir. Y soy muy feliz pudiendo estar con mi hija cada día entero. Pero de nuevo, esto hay que vivirlo, porque yo tampoco imaginaba que sería así. Que la sociedad sería tan dura con las madres que renuncian durante un tiempo a su vida profesional por hacer un trabajo mucho más duro e importante, que algunos días estaría tan cansada que gritaría a mi hija tan alto que luego lloraría de rabia e impotencia. Hay situaciones, que aunque me cueste reconocerlo, hay que vivirlas para entenderlas.
Así que a ver si hacemos un poco más de ejercicio de comprensión e intentamos hablar estos días de la conciliación con un poco más de cabeza, de corazón y menos papeleta de partido en mano.
A ver si miramos los datos del tema en nuestro país, que son escalofriantes.
Y reconozcamos que, quitando anécdotas, el hecho de que se hable del tema es bueno, hace mucha falta.
Mientras comentamos esto, en Suecia comienzan a disfrutar del permiso de Paternidad de tres meses que aprobaron en noviembre. Así son las cosas.
Pues lo dicho, a ser felices, que el tiempo vuela. En Londres el grajo ya debe volar bien bajo porque hace ese frío del carajo... Pero ya mismo está aquí la primavera y volveremos a ver el sol! Mientras, seguiré aprendiendo del mico que tengo en casa y disfrutando (si, quejándome a veces también) de los detalles de esta etapa increíble!
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