martes, 9 de junio de 2015

De mayor quiero ser...

Yo nunca lo tuve claro. Siempre pensaba que ojalá tuviera una vocación clara, como esa gente que siempre dijo que de mayor sería médico, o astronauta. Luego quizás no llegaran a conseguirlo (en esas frustraciones ya no entro), pero yo deseaba que la vocación llegara a mi, para evitar así tener que decidir algo tan gordo... qué ser de mayor. Es que suena grande eso, no? 
Así te pasas muchos años, bueno, en realidad toda la vida... Yo de mayor quiero hacer, quiero ir, quiero ser...
Y de pronto un día te miras las manos y dices: esas manos no son mías, parecen de una persona mayor que yo. Batacazo que te pegas. Nena, son tus manos, que ya eres mayor. Ostras! Y entonces, qué soy? 

Y es que menudo lío nos montan de pequeños... que nos hacen pensar que de mayor tenemos que ser una sola cosa, trabajar de una sola profesión, qué simple, maravilloso y a la vez qué arma de doble filo es esa ingenuidad infantil...
Claro, que a ver qué niño de 8 años te responde: yo de mayor (qué tú me dirás eso cuándo es exactamente) quiero ser muchas cosas... feliz, para empezar, haciendo muchas cosas, cambiando de profesión, sin tener muy claro qué es lo que mejor haré, probaré cosas, y quiero ser viajero, y amigo, y quiero ser marido/esposa, y quiero ser padre/madre, y quiero ser juerguista!
A ese niño le internamos o le damos un Nobel, no?



Y tú te dices: a ver cómo hago yo para explicarle a mis hijos que no tienen por qué tener claro todo, que no pasa nada y, además, que podrán ser muchas cosas... jaja, me da la risa... bueno, lo intentaremos... pero (aún más difícil) a ver cómo les explicamos que lo importante de esto es aprender a adaptarse a los cambios. Toma ya. Y que no basta con leerse "Quién se ha llevado mi queso", y que da igual lo que te cuenten. Los cambios lo vives, los sufres, los disfrutas, te curten.
Yo, que debo ser torpe, nunca lo vi claro y estos días me vino como una revelación este pensamiento: aceptar los cambios no es adaptarse a algo diferente. Es estar bien con circunstancias que a veces son peores a las previas. Esa es la cuestión para mi. Uno no se adapta de verdad simplemente aceptando. Yo creo que adaptarse es ser feliz cuando te cambian las fichas y la zona de confort. 
Qué tontería, no?
Pues fíjate que a mi este cambio de mentalidad me ayuda a encajar piezas y ser más feliz. Quizás te ayude a ti también.

Ayer me decía una amiga (que no está pasando por su mejor momento): Total, no pasa nada, si no hay mal que cien años dure. Y me quedé pensando... Pues qué refrán tan horrible. ¿Eso es un consuelo? Lo malo no es eterno... Ok, genial, ya estoy mucho mejor. 
Y es que los refranes, siempre tan acertados ellos, de dónde vienen por favor, porque de verdad que en esta línea hay varios muy duros:
-En el país de los ciegos, el tuerto es el Rey. Ah, fenomenal. Fiestón.
-No hay mal que por bien no venga. Total, por decir algo...
-Quien bien te quiere te hará llorar. Qué bien.
-Más vale malo conocido que bueno por conocer. Conformista al máximo
-A cada cerdo le llega su San Martín. Este es muy grande.
-La letra con sangre entra. En serio?
Y así muchos...

Ala, pues con estos pensamientos me tomo hoy el té con leche. 
¿Tú qué quieres ser de mayor?

1 comentario:

Isabel dijo...

Lo mejor es que ya soy mayor y no tengo que decidir, pero lo mejor de todo es que te leo y te estoy oyendo hablar y luego reirnos.
Achuchón y abracito aunque sea de espalda.