viernes, 15 de enero de 2016

Conciliación, maletas y descubrimientos que se hace una

Tengo que reconocer que me fascina y me alucina en cantidades iguales la cantidad de chorradas que se pueden oír cuando una política lleva al congreso a su hijo. Me pregunto si algún votante del PP ha alabado la "azaña", y si algún votante de Podemos la ha criticado. Porque la verdad, me da la sensación de que cada vez somos más borregos. En fin, no quiero entrar en este tema porque esto daría para tres entradas del blog y ya bastante se está hablando de la conciliación (que falta hace, por cierto).

Quien me conoce sabe lo poco que me gusta la expresión "cuando seas padre comerás huevo", como dando a entender que hasta que no vives algo no puedes entenderlo. Sin embargo, estos días estoy dándome cuenta, así como de golpe, de la cantidad de cosas que no podía ni imaginar de ser madre.

Una es la cantidad de herramientas que tengo y que desconocía. Pero herramientas de las buenas. Dice mi padre que hay dos cosas que dan muy buen resultado... una es pensar y la otra es educar. Quizás a la hora de hacer esto último, sin darme cuenta, es cuando surge esa creatividad que una ni sabía que tenía.

Pienso en algún ejemplo sencillo y se me ocurre este:
Mis primeras mudanzas eran con un par de maletas, de casa a un Colegio Mayor, de un Colegio Mayor a otro... Luego se sumaron algunas bolsas más, con decoración y libros. De un piso de estudiante a otros de estudiante-trabajadora se sumaban algunas maletas más. Y las primeras mudanzas al extranjero ya eran con más trastos. La vuelta de Lyon a Madrid fue de dos días en coche cargado, con mi padre y con hotel incluido por el camino. Pero es ahora, muchos años después, cuando las mudanzas son de las buenas, con camiones cargados con muebles, cunas, cuadros, árbol de navidad y utensilios de cocina. 
Así, con tantas idas y venidas, algunos objetos muy queridos se rompen.

En la penúltima mudanza, una de las figuras de madera que diseñé y encargué para la habitación de la niña, vino con parte de la madera saltada. 
Se trata de una ratoncita brasileña. Ya habíamos comprado la ratona flamenca y quise poner también una brasileña, para que Olivia tuviera las raíces de ambos lados en su pared. La flamenquita ya existía, y la brasileña la creé en la playa y bebiendo agua de coco. Me la hicieron maravillosamente bien en Piccolo Mondo en Madrid, pero no fue barata. Total, detalles.
La cosa es que era algo único y hecho con mucho cariño, y de pronto, estaba roto.
La tuve guardada en el armario, con rabia y ganas de no pensarlo. Hasta la última mudanza. Entonces decidí sacarla y ponerla en la pared, a la altura de la niña para que la pudiera disfrutar. 



La vio y señaló la nariz rota de la ratoncita. Aproveché la oportunidad y le dije:
"Si, fíjate se ha hecho pupa. Esto ocurre a veces con los cambios, que duelen. De tanto viajar, se ha hecho una herida, pero no importa. Además, hay heridas que son bonitas y no hay que esconderlas. Tiene la nariz rota pero sigue siendo guapa. Además, se ha hecho pupa gracias a que viaja y conoce casas diferentes, en países diferentes, así que yo creo que no le importa. ¿Tú qué crees?"
Y pensé: Paloma, no tiene ni dos años... anda que tú también...
Pues fíjate que me miró, miró a la ratoncita, le tocó la nariz y dijo: "Baaapa"
Ala, lágrima fuera, abrazo y energías renovadas para una temporada. ¿No es para comérsela?
Pues será que no lo estoy haciendo nada mal. Palmadita para mi que me la he ganado. 
Este trabajo tiene estas cosas, sin jefes que te den la lata y sin jefes que te den la enhorabuena por el trabajo bien hecho, así que yo me regaño y yo me felicito.
Hoy, pin para mi!

Y es que a veces te caes, en sentido figurado, y cuesta recobrar la perspectiva y la energía.
Cuando el cansancio te pueda, pero el cansancio de verdad, el físico y el de cabeza, el de noches sin dormir, días laaaargos de fiebres y llantos, nada de tiempo para ti y falta de ver el final del túnel... Cuando ese cansancio te pueda, coge el reloj, el calendario... Y recuerda que esto es temporal, pero temporal de verdad, pasajero y rápido. Eso nos dicen pero los primeros meses no lo vemos. Después de casi dos años yo lo empiezo a ver. Llevaban razón. Va rápido. Y en breve mi hija no me necesitará tanto constantemente, no tendré tantos ratos de abrazos ni tantas miradas de adoración. Los cambios de pañal o subidas al carro no serán pequeñas batallas porque no habrá cambios de pañal ni carro. No se hará cuesta arriba el pasar de cuna a cama porque sabrá dormir sola. No tardaremos horas en dormirla en brazos porque sabrá dormir sola. Y así... una larga lista.
Yo, bajo esta perspectiva, me rearmo y cojo fuerzas. Vuelvo a apreciar los detalles que tan feliz me hacen y que tanto me cansan cuando se acaba la paciencia o la energía.
Para ratos de melancolía absoluta léete este texto maravilloso que me ha enviado mi prima y que te asegura removerte todo por dentro, incluido el lagrimal.



Así que, por poco que nos guste, la verdad es que las madres/padres que tienen que trabajar (que tienen, sobre todo las que tienen necesidad. Que tener y querer no es lo mismo) y dejan a sus hijos con niñeras, en guarderías o con abuelos, viven muchas angustias y pesares que ni imaginamos. Dejarles, solo eso, no es fácil, y si es llorando, enfermos o muchas horas, aún peor. Eso hay que vivirlo para entenderlo. Lo siento, pero es así. 
Yo tengo la suerte de poder decidir. Y soy muy feliz pudiendo estar con mi hija cada día entero. Pero de nuevo, esto hay que vivirlo, porque yo tampoco imaginaba que sería así. Que la sociedad sería tan dura con las madres que renuncian durante un tiempo a su vida profesional por hacer un trabajo mucho más duro e importante, que algunos días estaría tan cansada que gritaría a mi hija tan alto que luego lloraría de rabia e impotencia. Hay situaciones, que aunque me cueste reconocerlo, hay que vivirlas para entenderlas.

Así que a ver si hacemos un poco más de ejercicio de comprensión e intentamos hablar estos días de la conciliación con un poco más de cabeza, de corazón y menos papeleta de partido en mano.
A ver si miramos los datos del tema en nuestro país, que son escalofriantes.
Y reconozcamos que, quitando anécdotas, el hecho de que se hable del tema es bueno, hace mucha falta.
Mientras comentamos esto, en Suecia comienzan a disfrutar del permiso de Paternidad de tres meses que aprobaron en noviembre. Así son las cosas.

Pues lo dicho, a ser felices, que el tiempo vuela. En Londres el grajo ya debe volar bien bajo porque hace ese frío del carajo... Pero ya mismo está aquí la primavera y volveremos a ver el sol! Mientras, seguiré aprendiendo del mico que tengo en casa y disfrutando (si, quejándome a veces también) de los detalles de esta etapa increíble!